Desperté una mañana y no toque tu suave piel.
Desperté y no pude percibir tu apasionante perfume en mí. El causante de tantos anhelos durante todo este tiempo.
Tus recuerdos son olas de espinas en mi corazón, duelen y crecen como lo fue tu adiós.
Los mejores momentos los guardo en un frasco lleno de esperanzas. Para recordar que muy pronto estaremos bailando tú danza.
Tu para mi, eras un néctar dulce de cada mañana y una suave brisa fría por las noches y también en las madrugadas.
Qué extraño es el destino, con los que no se lo merecen.
Qué extraña es la vida, sin ti presente.
Las margaritas no volvieron a brillar en el sol desde que te fuiste.
Saben que te has ido y ya no sonrien.
Pero estará todo bien, porque cada mañana al ver el amanecer, sé que me cuidas, estés donde estés.