Aires que soplan con fuerza,
agitando la marea
y en las olas con sus crestas
el viento se pavonea.
El las convence y se agitan
y les promete la calma,
y lo que él necesita
es tenerlas encrespadas.
Pero él disfruta y se acuna
en el colchón de las olas
y enarbola su bravura
pues su fuerza es lo que importa.
El político se expresa
como gallo de corral…
Las gallinas están presas
y cumplen su voluntad.
Y si alguna se revela
la somete y la importuna,
la estigmatiza y condena
con permiso de las urnas.
Hacen falta más gallinas,
su enfado manifestando,
otro gallo cantaría
con todas cacareando.
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