Mi querido Becker, pero…
¿qué sería del mundo sin el beso?
¡Ay el beso!
Aura de pequeña libélula
que revolotea dicharachera
albergando la ínfima esperanza
de una mirada eterna.
¡Ay el beso!
Ronroneo del agua
cuando en su pleamar dice ¡basta!
y a la par ¡cuán más quiero, alza!
¡Ay del beso…!
Toca el viento, roza el lamento
de la vida y la muerte,
al unísono tiempo.
Una y mil veces así os describiré:
Chamán del desierto,
de Sócrates, su aliento.
No concibo la Vida sin vos.