Las sandeces relinchen en establo,
de morder ya se olvide su quijada,
se les cambie herradura ya gastada
por la coz, que servil casa con diablo.
No galope ni trote cruel retablo,
no rebuzne tozuda esa pisada,
esteril es la tierra cosechada
cuando el ser usa el odio con vocablo.
Es la burla el azote de familia,
son los pies, que provocan desamparo.
Puede el hombre domar tosca vigilia,
y educar con razones el descaro,
para hallar el amor que reconcilia,
desechando al irónico reparo.
Yo quiero bien a mis hijos,
sean feos o agraciados,
al observarlos preciados.
Están llenos de acertijos,
y aún rellenos de entresijos;
si Colón los avistara
o Bolivar se apostara,
su amistad declinaría
por restar altanería
con revolución y vara.
No se le reste importancia,
ni a la curva ni a la recta.
Perfección es imperfecta,
cuando se acuesta en un lecho,
sucio, de colchón estrecho;
atestado de arrogancia.
Cual de tan insulsa es rancia,
y desestima el trabajo,
aquel, no pide agasajo
y aguarda humilde en la estancia.
Si falta ritmo en la salsa,
o alegre suena el bolero;
bueno sería que arriero,
conociendo monte y mar,
desvista falso letrar
y enseñe siendo maestro,
la lección, para que diestro,
pueda el alumno cantar.
318-omu G.S (bcn-2011)