Al ocultarse el sol, y con él, todo rastro de luz amarilla, descubrí que en mi interior muy dentro, donde solo llegué un par de veces en mi vida, donde yace tu recuerdo, mi inocencia... ahí encontré aquella luz, tan intensa, tan blanca, fue entonces que recordé, que todos poseemos luces así en nuestro interior, que no importa cuán oscura sea la capa que nos cubra, nunca pierde ni un poco su brillo... pasaron muchos años y tanto dolor, para darme cuenta de ello, puedo seguir viviendo, porque el tiempo es solo eso, tiempo, una línea recta que vamos caminando todos, pero esta luz, no se ira, aun si mi cuerpo, si esta mezcla de carne y hueso se destruye, aquella luz vivirá en el universo en la inmensidad en la eternidad... todo ser que bajo el ojo protector de Dios vive, debe existir plenamente, esa es la finalidad de nuestra vida actual... llegar a una vida eterna y por encima de todo dolor... ser felices