Sellados como puertas de castillo,
descansaban sus ojos silenciando sus pernios.
Llamaron a su puerta con sutileza...
...al rozar mis labios su postigo,
y como ariete que quejaba,
fueron a llamar mis llemas a sus hombros ,
como torres en caida...
Al fin abrieron sus ojos del letargado sueño,
anunciando su sonrisa la llegada de su dueño.
Cuantas leguas de distancia separaban,
aquellos lejanos recuerdos,
que sin mas regalaban... el saludo al sueño eterno...