A veces la infelicidad
a uno lo hace feliz.
Lo dice un hombre triste,
desilusionado al fin.
Parecía, sólo parecía...
parecía realmente amor,
y ahora a dulces penas
se enjuagan entre el llanto,
mis pupilas, de dolor.
Enterarme al fin y al cabo
que casi, cas¡ pudo...
pudo ser verdad,
pero, ¡ay! de mi alma entristecida,
se pierde hoy en soledad.
...Que la noche...que los cielos...
...que era hermoso, era bello
el mundo en nuestras manos,
mientras sólo yo era un juego.
...Que no importan las barreras
mientras dos corazones
ardan fuego y se quieran.
¡Qué sí importan!, -digo yo-.
Mi corazón te quiso tanto,
que al arder, murió en hoguera.
¡Qué sabes tú de amores!
cuando pretendiste
lo que no eres.
¡Qué sabes tú de amores!
ya me heriste,
¡qué ciega eres!
Parecía, sólo parecía...
parecía realmente amor,
y ahora a dulces penas
se enjuagan entre el llanto,
mis pupilas, de dolor.
No digo que sé lo que es amor,
pero al dar todo de mí,
comprendí entonces,
que amar iba más allá
que lo infinito y lo inmortal,
que la utopía y la igualdad.
Habla todos los idiomas,
hay te amos de mil formas.
Unos viven y otros mueren,
pero ¡ay!, querida, ¡todo por amor!
No sé tú, pero yo
no sé qué es el amor.
Simplemente te amaré,
aunque sé que tú ya no.