Aunque la realidad se presente infructuosa
siempre existe un aspaviento de gloria
detrás de la inhabilidad.
Pasan los días como pasan los muertos
y veo que se abren las puertas de la pedantería
y los niños cantan por las calles himnos de regodeo
y el sol es un astro penetrante que requiere ingenuidad.
Aún estando bajo la agitación del desconsuelo
viene a mí la nota árida de la esperanza:
esa cosa fresca que es fervor de pugnas ebrias
y manos abiertas dispuestas a otorgar paz.