Antonia Ceada Acevedo

AQUELLA ROSA...

 

En mi abdomen  saliente

Llevo el hierro  del castigo

Y  la sutileza de la codicia:

Fui preñada del dolor,

Más, parí celeste y rosa ternura.

 

Inflamadas las piernas

De tanto camino recorrido,

De las patadas del desengaño

Que en los caminos se reiteraba

Descargando en los muslos la furia.

 

Deformada la espalda

De cargar los contratiempos de muchos

En una  delicada estructura

Que  se erguía con las migajas

Que a  los irresponsables sobraba.

 

Este cansancio del alma,

Esta fatiga de amarguras,

Esta piel resquebrajada,

Se debe a la potente impotencia

De querer ser agricultora

En tierras erosionadas por la incuria.

-¿qué queda, hoy ,de aquella rosa

Casta ,que ornamentaba el sagrario?

 

Queda; el requiebro en los estertores

De la antesala de la plaga

Que avisa  y no miente.

Queda; los añicos  de un corazón,

Repartido por cada satélite, que rodea

La docilidad en esencia de mujer,

Bamboleada  por el acaso...

 

ANTONIA CEADA ACEVEDO