Fue una tarde lluviosa, las gotas mojaban tu peinado y nuestros corazones palpitaban descontrolados. Fue ahí, en ese momento que llego aquel muchacho desesperado, tomando aliento dijo en dos palabras lo yo que en 7 años había guardado: -Te amo-
Tus ojos humedecidos por el líquido vital del corazón, tristes lágrimas y con dulces miradas, eso fue lo que vi después de esas palabras. ¡Yo! Un triste campesino que trabaja para tu padre, que cada mañana despierta ilusionado recogiendo los pedazos de amor que has dejado abandonados. No pude hacer más, que girar mi cabeza y llorar despacio.
Así comienza esta historia, cuento o leyenda, como tú quieras llamarlo, pero para mí… es el Diario abandonado.