Silencioso, casi ingrávido, Francisco sale del profundo pozo donde ha estado prisionero durante muchos años.
Intrépido, rápido, se interna entre las sombras del tupido bosque.
Extraña que sus piernas y sus pobres pies tanto tiempo sufriendo el confinamiento, le respondan tan ágiles como si tuvieran alas.
Vallejo, lleva sólo una raída camiseta y cortos pantalones que dejan ver la palidez de su cuerpo tanto tiempo sin sentir el sol, Ebrio de libertad, todos sus sentidos alertas, absorbe los efluvios de la naturaleza. Sus manos translúcidas ávidas de ternuras se tienden hacia el perfumado racimo de un aromo. Hunde su cara afilada por sufrimientos y largas vigilias, en el manojo amarillo como lo hacia cuando era niño y corría sudoroso y feliz.
Liberado de las sombras, tembloroso sigue su marcha...
Debe llegar al arroyo y vadearlo por la parte angosta donde sobresalen puntiagudas rocas. Ya del otro lado debe subir una pequeña ladera, formada por raíces de coronilla, y entonces si, tendrá a sus pies el pueblo tendido al costado de las sierras...Su cuna ¡ su origen, su punto de llegada, ¡ el hogar!...
Camina mirando los oscuros árboles y se deleita con el encaje azul del cielo entre las altas copas. De pronto un sonido, el tañir de la campana llamando a el Angelus . Y, entonces si, atraído por los recuerdos corre colina abajo hacia el regazo que le espera.
En las afueras del lugar pasa por el camposanto sorteando lápidas y cruces.
En el panteón de sus abuelos, se detiene para bendecirlos y llama su atención un montículo de tierra recién removida con vivas y ajadas flores sobre ella. En el blanco mármol lee:
FRANCISCO VALLEJO Desaparecido el 30 de junio de 1974
Hijo amado de Filomena y Roberto Vallejo
Hallado en la Ciudad de BUENOS AIRES en fosa común como N/N.
Aquí descansa. 29 de mayo 2001
Ma. Julia.