EL ARRIERO
Quiebra el silencio de la tranquila noche,
sonoro y taladrante, cual arenga un grito,
es copla, es melodía y es lamento,
es canción del arriero un ¡SOOO...! infinito.
Errante del camino y del ensueño,
fermento del lodo y del fuego,
bravo como el león, manso como el cordero
alma de soñador, cuerpo de acero.
Hijo de la soledad y del crepúsculo,
¡Oh!, rudo trajinante de sendero inmenso,
fornido cholo hecho de masa pétrea,
de la misma masa que fueron tus ancestros.
Arriero de caminos polvorientos,
fantasma de los puentes y hondonadas;
te persiguen tus huellas y tu sombra,
te cobijan las cuevas y majadas.
Viejos sacos de lana van repletos
de esperanzas que carga tu piara;
los frutos vivos de la madre tierra
maíz, trigo papas y cebada
Rebuznando desfila el gran mojino,
el shapra como siempre va primero;
el pardo el más leal, el más sumiso.
el blanco y el azul, los pendencieros
En tu sombrero de junco percudido
una guatupa brilla cual lucero,
y por collar cual venenosa víbora
serpentea un látigo de cuero.
Un diminuto checo va entonando
su cadencioso cántico parlero,
acompasa al tropel de la piara
y endulza el bolo del misterioso arriero.
Batanes verdes son tus ralos dientes
pasajero del tiempo y de la vida,
dibujadas llevas en tus pies gitanos
hondas quebradas de tu geografía.
Las cumbres rezan tu melancolía
los fríos pajonales tus silbidos;
y con furia repiten las montañas
la canción del arriero un ¡SOOO...! infinito
Baja ya tus alforjas desteñidas,
detén tu caminar oh, noble arriero
y saca lo que guardas escondido
envuelto en mantel blanco con gran celo.
El aroma del fiambre se confunde
Con el olor de las flores cual incienso;
aplaca tu apetito buen arriero
y prosigue tu viaje satisfecho.
En tu trajín por sendas escarpadas
tu curtido pellejo se marchita,
va curvando tu hercúlea figura
y tus pasos son más lentos cada día
Cuando tus ojos se apaguen para siempre
y descansen tus huesos, gran arriero;
vagará sin parar tu alma viajera
por los caminos del universo entero.
Al final de tu huida sin retorno
sonará atronador un cántico bendito,
y por última vez se escuchará en la tierra
la canción del arriero un ¡SOO infinito!