pies de leopardo fueron más rápidos,
alas de águila se adelantaron en el camino,
luz ciega, invisible energía en el silencio,
allá despertaste en lo intangible,
silencio nuestro, te toco cuando puedo soñar,
te adelantaste hacia a lo desconocido,
en las balsas con nombre sin retorno,
llevaste en tus manos el doble de mi,
a las escaleras que suben y bajan,
techos de rosas blancas y trajes de lirio negro.
La muerte entra a la fiesta con mascaras,
una de olor a tierra y otra con olor a tristeza,
de color a lágrimas, de color a frio y silencio,
no capto la esencia mía, ni de las cosas,
he muerto , parte de mi ha viajado contigo en una balsa,
hacia los vientos que vigilan la nada,
aves que vuelan de adentro con un hacha en el pico,
plumas negras que visten mi alma,
como polvo en los ojos ciegos.
Ya mañana arrancan los vehículos con ataúdes ,
los insectos con ataúdes,
las aves con ataúdes,
con un pedazo de corazón calcinado,
y órganos del alma congelados,
como morir desde adentro,
como saliendo espadas del corazón,
y serpientes de espinas en el pecho,
entonces la muerte es soledad,
un cigarro a medio fumar y gargantas sin agua,
máscara de gas donde no hay pulmones,
cesta sin huevos, huevo sin ido y nido sin un árbol,
entonces la muerte es soledad,
entonces la tristeza es soledad.
Voces difuntas en cada rincón,
con su traje de flor negra se presenta en silencio,
llora el alma, cae al dolor del infierno,
a sus alas rotas de mariposa y el rio en los ojos,
tiempo largo hacia nuestro encuentro,
pero he muerto, parte de lo que soy se esfumo con tus restos.
DANIEL AMAYA