¡Ay, cómo lloran los chopos
esta tarde por tu ausencia…!
lloran hojas, pues sin ojos
las lágrimas están exentas.
Y van tiñendo con ocres
el césped de mi ilusión,
pincelando con sus penas
como un cuadro de Van Gogh.
El viento barre sus llantos
y los arroja a mis pies.
Y mi voz resuena tanto
que grita, llamándote…
y se pierde con la brisa,
que me llega desde el río,
y se enciende una sonrisa
en ese cielo infinito,
como una imagen precisa
de tus ojos en los míos.
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