Él bebía en el bar…
con sus amigos,
a ver si podía olvidar
un recuerdo maligno.
A diario siempre libaba
tantas y tantas botellas,
y a su esposa la ignoraba,
casi ni la recuerda.
Vivía su extraño mundo
metido en una botella
y así entre alcohol y humo
su vida se desarregla.
Ella bebía en su casa
mientras él estaba ausente
y ahogaba también su desgracia
entre tragos de aguardiente.
Tal vez en su femenino pudor
prefería beber escondida
sin amigos, sin mostrador
oculta en su propia cantina.
Cuando la noche llegaba
él iba a casa, ocultando su realidad
y ella allá lo esperaba
para compartir juntos su ebriedad.
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