Acaricio tu cuerpo en la quietud del mar
arrullado del canto y el vaivén de sus olas,
tus ojos de esmeralda me invitan a pecar
sobre un lecho perlado de hermosas caracolas.
Puedo sentir el palpitar de tu pecho y entrañas
al ver ondear lentamente y con ritmo tu cintura,
y voy sintiendo ardor cual picadas de arañas
que recorren mi carne e inflaman con premura.
Cual serpiente me arrastro hasta tenerla cerca
la tomo entre mis brazos con ansias y pasión,
ella siente el deseo en su cuerpo sediento
y se entrega al extraño sin perder la ocasión.
Con el manto azul del cielo como único testigo
nos entregamos fogosos al placer y al deseo,
sin ningún compromiso de regresar contigo.
saciados los instintos del fuego del amor
nos fuimos satisfechos de todo lo pasado,
mirando el horizonte en todo su esplendor.
María B Núñez