Cada día nace una desilusión, ya el dolor quema los
rincones de mi alma. Cada noche me embriago en
silencio y en calma, la vida no es vida, sino una
ilusión.
Llega el tiempo de las tempestades, llega el infierno,
la desesperación. Siento el asedio de tus maldades,
siento el filo de tu traición.
Ya es hora de despedirme, te dejo el recuerdo de mi
gran pasión. No te culpo por malherirme, sino te
culpo por tu imaginación.
El bufido de la serpiente percibo en el aire, el rencor
el veneno que te inyectó. Tu ignorancia y desdén
junto a tus desaires, fueron las causas por las que mi
alma murió.
Entiendo que creas más en tus intimas compañías, tal
vez ellas por ti han de decidir. Así como creiste cada
una de sus mentiras, creíste que así podía vivir.
No sé que me amarra a tu corazón de hielo, si para ti
solo soy uno más del montón. Pobre ave que quiso
conquistar el cielo, caí como un rayo en suspensión.
Amor, una palabra en el olvido, amarte un grano de
arena en el desierto. Quererte hasta también me has
prohibido, más que nunca deseo estar muerto.
Con la vida prestada permanezco en este mundo, se
agotan las horas del reloj de mi existencia. Me toma
la mano con gran impaciencia, el capitán del tren a lo más profundo.
No llores sobre mi tumba improvisada, porque seré
polvo seco en el viento. Ya es tarde para los
arrepentimientos, rompiste tu promesa, violaste el
juramento.