Yo, que vivo locamente enamorado,
y no aprendí a vivir sin tu calor;
me muero si te marchas de mi lado,
y dejas a mi vida sin tu amor.
Yo que estoy tan aferrado a tu cariño,
seré como aquel niño al despertar;
que llora sin consuelo y asustado,
al verse entre las sombras y entre la obscuridad.
Si ese es mi sino te lo juro,
que algún día te busque y tú no estás;
prefiero que no marques el camino,
que va dejándome en la soledad.
Yo que vivo locamente enamorado,
ya sé que de mis ojos brotará;
el llanto que será mudo testigo,
las penas que mi vida cegarán.
¡No! no quiero, cuando tú hayas partido,
que dejes a tus huellas muy atrás;
si todo aquel amor que va contigo,
en un rincón del alma morirá.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita