Y me acostumbro a ver las hojas de los árboles
o el arrebol que cruza o el ave que se aleja
pero no es lo mismo mirar que haber mirado
como no es lo mismo herir que haberse herido.
Pero estoy camino hacia el poniente
a Tecolutla Veracruz ya fui dejé mi olvido
pero en esta tierra que nací (estoy cautivo)
En este México invernal me siento vivo.
Aída te llamas tú -flor de mis días-
Y de mis noches ilusión –bien mío-
Tan pocas veces te miro y me olvido
que me quieres amor y que te quiero…,
aguantar a un poeta enardecido y loco
cautivo de la vida y de recuerdos
aguantarme ¡lo sé! Es tan enhiesto
como sentir en primavera mucho frío.
Tu camino de versos he colmado
y tus labios de besos y de hastío
¡por eso te perdono! Ángel mío
por aceptar a este loco enamorado.
Enójate conmigo muchas veces
y las mismas volveré a estar contigo
(pues Fuensanta para Velarde no fue olvido
y Pellicer en fin tuvo su amante)
Se en mis manos el último suspiro
porque al morir tu nombre no es en vano…
Aída te llamas tú siempre bien mío
la musa de un poeta enamorado.
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”