Las horas aciagas rodean la ventana,
un sonido extraño recorre la escalera,
algo nocturno trata de llegar,
no distingo la melodía de las viejas campanas,
ni las maldiciones de las ánimas prisioneras
que vuelven de la nada para navegar
en las naves de una hermosa sultana
de tiernas caricias aventureras
que viene de bellos sueños de la infancia
a traer en sus pechos la mañana
de aromas de flores y manzanas
con la luz de un sol en su cabellera
que deja en mi alma su fragancia.
Ella es el ángel que me llama a medianoche,
dice: "ven, cierra los ojos, duerme a mi lado"
Es radiante como las llamas del universo,
la mujer que nadie ha visto, ni conoce,
ha sido el secreto jamás pronunciado
el corazón de miles de versos
que iluminaban las nubes grises
como flechas venenosas y veloces
que se llevan lentamente mi espíritu
y estaré con mi fantasma entre flores
dormiré al fin sin dolor, tal vez despierte antes,
reconozca alguna voz, quizás un nombre,
me llevará de sus manos, seremos felices
dejenme soñar, ¡basta de esos calmantes!
no quiero esta cama, nunca la quise.