Te sé desde que existes aún sin verte,
te añoré en cada ola trémula del mar siendo niña
y percibiendote en las luces que del cielo pendían.
Te sentí en silencio cuando acariciabas la planta de
mis pies desnudos, rozándo la hierba fresca.
Te soñé en el ir y venir de la brisa, que estremecía el blanco
de mi piel en adolescencia tardía.
Clamé encontrarte una y otra vez, para por fín ser mujer.
Existias... lo sentía.... lo intuía...
Después de ti, sola sigo... pero sé que existias.. que existes...
queda desatado mi sosiego... vacío el vientre ... seco el pecho,
y grabado en mi siempre, el nombre que no pronuncio
pero existe en suspiro...