Te veía en los poemas en los comentarios
Con tu sonrisa franca abierta y feliz
No recuerdo quien de las dos dio el primer paso.
El asunto es que desde que sucedió
Empezó una grata amistad, que nada ha podido disolver.
Bea, mi dulce Bea, la enamorada de su José,
la amiga consentidora y leal,
la que tolera y adivina lo que escribo mal.
Bea, la abogada defensora sin sueldo,
De sonrisa plateada de caricias doradas.
Bea, de historias nuevas, humanas, condescendientes.
Amiga, muro, pañuelo con que secamos las lágrimas,
Y también lágrimas, cuando nos dejas,
Aunque sepamos que vuelves de todos modos,
Porque de nuestro cariño nunca te dejamos ir.
Bea, esperé más de un año para decirte esto.
Estaba mi alma un tanto prisionera
Pero hoy sacudo mis alas y dejo que vuele el deseo
De decirte ¡Cuánto te quiero!