Como torbellino que arrasa,
el velo de la vida se hace ingrato
la vejéz entre signos se apodera,
como fantasma que asustar espera.
Los cabellos cobrizos de aquel día,
se ocultaron en blanca cabellera
más ceñida mi frente avejentada,
me recuerda el fulgor en la mirada.
Opacacada visión que túrbia queda,
trás fatígas incontables de mis pasos
y en mis manos añejas e impresisas,
por temblores que aumentan con los años.
Mi corazón anciano y debilucho,
me recuerda aquellos días con orgullo
de mis rizos cobrizos y enrredados
y la piel tersa y suave cuaL durazno.
Que vanidad divina me supera,
al recordar amor que me quisiera.
Pero el puñal inmenso de los años,
acabó con mi cuerpo que es materia
sabiduría de alma primorosa,
soñadora,tenáz y compañera
transita entre recuerdos,
lírios,félpa
una esperanza audáz de quinceañera.
Más suplico a mi Dios que me permita,
aceptando el destino socegada
le cuente de mis félpas y mis lírios
al llevarme consigo a su morada.
Sil.