Dime por dónde caminas
para evitarme tu encuentro.
Dime en donde tú habitas
para no tener tropiezos.
Quiero tenerte muy lejos,
perdida en otros lugares,
quiero romper el espejo
de tu recuerdo imborrable.
Yo me entregué como un necio
y te pagué tus favores,
con cadenas, como un preso,
exprimías mis sudores.
Enredados entre sábanas,
nos entregamos desnudos.
Tu incrementabas nostalgias
y me arrastraste a tu mundo.
Tus caricias eran frías
y tus besos eran hielo;
poco a poco me moría,
prisionero entre tus pechos.
Te has ido al fin de mi lado,
expulsada de mi vida,
mi voluntad de soldado
te ha forzado a la salida.
Aún quedaban encendidos
felices sueños guardados,
que conservé desde niño,
como un tesoro privado.
Hoy no te doy un adiós.
Yo te digo un “hasta nunca”.
SOLEDAD, vete ¡por Dios!
y piérdete entre las tumbas.
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