Después de haber paseado sus manos sobre mi cuerpo,
Esas delicadas huellas me aquejan a viento y pavor...
A temor de que la timidez pierda su cordura
Y a riesgo de que se limite el verdadero amor.
Luego de avasallar todas las pequeñas armas,
De que el pecho haya sido violado por voluntad propia;
De que se confundan en instancia el cuerpo y el alma,
No había más que hacer que celebrar la bancarrota.
Habiendo pasado el tiempo a segundos completos.
Habiendo terminado de explorar lo inexplorado.
Se agradece bien ahora a los malos pensamientos,
todo esto, siempre en cuando, bien haya terminado.
Concluye el primer paso a la sabiduría del sexo.
Las prioridades no tienen derecho a ejercer opinión.
Celebraré con caña y azúcar a saber nuestro,
Pues no conocía antes lo que era una excitación.