No logre revivir por completo en aquellos finos labios,
se me fueron de regreso,
inimaginables al pronunciarse sobre el vino,
besé a la mujer en ellos,
y vi crecer al hombre mientras comulgaba de sus bordes.
Por qué dudo de la suavidad al no encontrarnos cerca,
por qué el agua que rompe las piedras no sana la herida.
Tocaste esta cordura sin decírmelo,
cavaste su tumba muy lejos de aquí,
la dejaste sobre un nido nuevo,
en un risco que nunca hubiera descubierto solo.
Este nombre cae cada vez como un impalpable guijarro
en un gigantesco pozo inmóvil,
cae desde lunas otoñales y aristas orientales,
separando de las sosegadas vibras
la tibia molécula del corazón expansivo.
No dejaras de irrigarlo a la lucerna
que se teje mientras venus se incendia.
No lo de jaras a la superficie de la llama;
lo infundirás hasta que la distancia empiece a arder,
porque solo con las cenizas de la lejanía
podré llenar este reloj solar,
sólo con sus nódulos templados
en el azul de las cuerdas que lo unen al vacío
yo tocare la flama de tu melodiosa ausencia.
Mientras tanto los horizontes del zodíaco se consumen,
mientras de mis respiros,
toman aire los alvéolos de sus flautas.
Mientras estudio el cierre del celestial capullo
me voy envolviendo de una paciencia impermeable al verbo..
sigue Mientras mas hebras sinteticemos con aquel polvo de rútilas,
mas amplia será la túnica que ha de cubrir esa distancia.
No vacíes ese secreto,
ni lo hagas bocel emotivo
para edificarle un soporte techado de tus inexpresables.
No vacíes ese secreto,
ni la hagas erosión de un viento bucal
para desleír la pureza de estas letras;
no las prives a medias,
ni asegures que ellas morirán contigo,
yo sigo,
recogiendo un poco de frío de la lucidez que reina en las alturas,
juntando ramas secas para encender mi hoguera:
allí estaré frente al “atractor” universal,
cerniendo del centro de las cianeas
con que cubro al elemento de la transparencia,
descubriendo mis ojos en un par de estrellas..