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La naturaleza amanecía sus colores
desplegando ese bellísimo talento
que nunca ha de faltar por los soles
ocultos o la noche de desencuentro.
Todo en ella se vuelca con esencia
despertando lo quieto en mas vida
sin exaltar la silenciosa existencia
pero enervando en el cielo energía.
Entre toda la naturalidad que vive
una pareja desde el amor floreció
donde los pétalos de alegres cisnes
consagran sus manos lo que surgió.
Eran tan puros como inocencia roja
que enmudecían en la risa delicada
aunque su pasión los hacia en otra
dimensión para no detenerlos nada.
Mientras seguían con su adoración
entre gestos mutuos ante pleitesía
la flora se volvió su ambientación
mientras la fauna de ello aprendía.
De los besos, de las caricias y roces,
de cada pequeño detalle exprimido
edificaron con virtud de fiel noble
reinado para ser el sueño prohibido.
Vito Angeli