Disfruto tu anatomía,
la frágil textura de la piel que aflora.
Disfruto tu desnudez,
abandonada ya de toda prudencia.
Disfruto tus espacios eróticos,
la inquietud de los senos erguidos,
el empuje leve de tu pelvis,
la mordida que me recrea.
Disfruto tu inteligencia;
esas benditas elocuencias tuyas,
cuando con frases incongruentes
irradias mis fuegos.
Disfruto tus recursos inacabados,
tu entrega misma.
Disfruto del carmín en tu rostro,
heraldo anunciador
de tus destierros saciados;
más allá del tiempo,
cuando acaba la espera.