Dócilmente y con respeto te lo pido:
No olvides el dolor de mis hermanos.
Yo bien sé que tu conoces el motivo,
que origina el temblor hoy en mis manos.
Mil senderos de seguro has recorrido,
mil lugares para muchos olvidados.
Sé que escuchas el gemir del afligido,
el rugir de corazones sofocados.
Sé que apagas el dolor de sus gemidos.
Sé que acudes ante los desamparados.
Más te pido, yo a ti Padre querido,
que recuerdes, al que de ti se ha olvidado.
Hoy te hablo con vehemencia en el oído,
suplicando por los más necesitados.
Yo no sé si tu amor han conocido,
si te llegan a llamar, cuando están desesperados.
Pero yo te lo suplico Padre mío,
ve a auxiliar a estos atormentados,
al poder de tú amor yo los confío,
sé también que para ti son tus amados.