Puta
Ella sale siempre
con rumbo preciso
hacia aquella esquina
a vender su oficio.
Exhibe su cuerpo
al mero sondeo
de todo el que pasa
sufriendo el deseo.
Ella no analiza
no la compromete,
la capa de ozono
ni su medio ambiente
y ya no discute
el tiempo presente
ni el discurso crítico
de los presidentes.
Ella es solo eso
la carne al servicio
donde el pasajero
descarga sus vicios
mientras ella finge
aplica su seso
piensa en la ganancia
que dará el suceso,
y en aquellos golpes
que no ha de aguantar
al volver de día
junto a su galán.
Botella de plástico
que vuela y que rueda
siguiendo su sino
por la carretera.
Hasta que un buen día
el peso del tiempo
con su cruda huella,
aplaste su cuerpo,
y se encuentre sola
en su habitación
sin el proxeneta,
sin jubilación.
Viviendo del peso
que de la ocasión
de algún debutante
en el callejón,
y morir sin duda,
sin pena y sin gloria
quizás siendo historia
de algún mostrador.
Ella no comprende
pues hace ya tiempo
que solo respira
y aguanta el tormento.
No conoce padre
ni sabe de madre,
y de ningún coso
que en amor la aguarde.
Su único alivio
no es de algún cariño
si no de ese golpe
que no recibió,
o el de aquella caña
que quema su entraña
y alivia la carga
de su corazón,
o aquella caricia
casi apasionada
de aquel principiante
que por un instante
la miró a los ojos,
le habló en el oído
y tímidamente
la llamó ¡mi amor!
Héctor Sanguinetti
15 de junio de 2010