La playa fue nuestra,
nuestras palabras
hicieron barcas en las olas
vigorosas naufragaron al horizonte
llevándose los susurros
proclamados de nuestro amor.
La playa fue nuestra,
la arena
se hizo lienzo a nuestras pisadas
quedando marcada
la historia de nuestras almas
efímera a la espuma de las olas.
La alegría del cielo se hizo notar
limpio y silencioso
mientras la leve brisa
sacudía diamantes de la arena
al celeste firmamento,
cual si fuésemos novios recién casados
nos abrían paso las olas
y hacía el mar algarabía
al ver nuestra miradas perderse
cual dos niños
totalmente enamorados,
en el filo de nuestras pupilas
se reflejaba pálidamente
el azul de un mar excitado
y allí condenados a ser proclamados
en nupcias ante el gran Poseidón
moríamos ambos
abrazados entre las voces de las sirenas
de frío y de amor
robándole espacio a las gaviotas
fuimos solo uno
como el sol
como Dios...