Ana Maria Delgado
TIEMPOS DE NOSTALGIAS BAJO EL CIELO ESCARLATA
Ha salidoa media noche,el agraciado ángel de las letrasy trepado en el manzano florido,deja escapar de su flauta antiguaextrañas melodías irreales,de su bolso traslucidodespacio y con cuidado,saca su diario luminoso y mientras contemplala realidad circundantedeja que su tiempo discurra pescando en las tinieblasestremecimientos y suspiros,salvándolosde ahogarseen mediode la lluvia. Antes de que las ideas surgidasde su mente lúcida,sean atravesadaspor la hiriente y pesada flecha del olvido,las dibuja con los febriles trazosde sus manos luchadoras.
Deshila penascon sus dedos de cristal, y teje con hilos vaporosos historias de heridas y ríos secos,de flores marchitas sin olor,del eco lastimero y frustrante de la terrible agonía y muertede los sueños. Bajo la famélica lunava registrando hechos de miserias y victorias,de cuerpos sangrantes y de besos prohibidos,de alondras tiritando adormiladasen el portal de los sueños. Retrata para siempre el preciso momento,en que miles de pies desnudos rozan el asfalto, dejando como eterna huella,la mezcla de sangre y polvo nacarado. Describela silueta admirada de la excepcional mujer,que se reveló segura contra el sistema castrante, desnudando sus deseos ocultoshe inhibidas pasiones.
Exalta con palabras visibles, los rostros enmarcados por las miradas inquisitivas, que aprendieron a esquivarmartirizadores colores opacos. Abriga con sus candentes letras,los cuerpos rígidos,que han dejado apagar sus vidas,en la soledad de sus días y en la monotonía silente del afilado silencio,bajo los cielos carcomidos por la contaminación difusa y sin medida. Palpa con su lápiz negro,las bocas plagadas de dientes desgastados por roer,las retorcidas y esquivas astillas de aire,para retar al hambre y aplacar las satíricas muecas de la muerte en asechoy pincela los delicados labiostiñéndolos de granate,para que sigan gesticulado insaciablemente preguntas hasta merecer la satisfacción de la coherencia en las respuestas. Fija en la piel blanquecina de la hoja de papel los pies que a metros del piso, han buscado escapar de realidades nefastasy amedrentar los temores malsanos,emprendiendo camino durante largas jornadas a través de la delgada soga del intento, izando como velas para mantener el equilibrio y minimizar la fragilidad del cuerpo, los instantes fecundos de corajey la fiebre de la sangre corriendo por las venas,al pensar en alcanzar las cumbres para acariciar presos de cordura la brillante fruta del logro justo. POR: ANA MARIA DELGADO P.