Pasadas las sequías,
tú despiertas las nubes para beban,
los ríos de alegrías,
y los torrentes deban,
gratitud a las gotas que les lluevan.
Verdor con hilos de oro,
de rojizos y luz estás bañado,
y sumándote al coro,
te impregnas veteado,
por matices de anual estipulado.
Fue mi primer respiro,
un latido vertido en el que amé,
quede escrito en papiro,
por esta estación sé,
lo que habita en el hombre; y es que dé.
La ventisca otoñal fugaz recorre,
arboleda en campiña pintoresca,
ella prende colores, hojas pesca,
y moldea agitando grácil torre.
Es de duende la gracia que descorre,
los telones en obra principesca,
natural creación con picaresca,
da alfombrados cobrizos mientras corre.
Preciosista se vuelca estacional,
toda gloria nacida en la existencia,
cada esencia contiene el santo grial,
al tener la gratuita complacencia,
que alimenta este cósmico vital,
con firmeza abrazando su presencia.
318-omu G.S. (BCN-2011)