NO LO OYES, NO LO ESCUCHAS… TAN SÓLO PRESTA ATENCION
No lo oyes, no lo escuchas,
como es que suena el silencio…
suena a música, a gorjeo,
a un cantar sempiterno.
el viento que sopla erguido
surcando el espacio muerto,
y en su sensual trayectoria
acaricia los senderos,
repleto va de sonidos,
de aves que hacen estruendo
y que escriben sinfonías
allá en las calles del cielo.
No lo oyes, no los escuchas,
es el río en su descenso
que baja por la montaña
y teje azul con sus besos
mil manantiales de vida,
cien afluentes de ‘te quiero’,
corrientes que subterráneas
han de alimentar los sueños
de esas raíces profundas
que en verde darán pigmento.
No lo oyes, no lo escuchas,
o es quizás que estas muy ciego,
para mirar la belleza
de este edén hecho de ensueño,
de este nirvana del alma
lleno de colores nuevos,
donde la esperanza augusta
tiene un color verdadero.
No lo oyes, no lo escuchas,
el espacio sonriendo,
y en su marcha impetuosa
todo lo trasforma el tiempo,
acompasado en segundos,
atrincherado en minutos,
formando horas y días
y eternidad en su curso.
La hoja que cae tersa
sobre la hierba durmiente,
el éter que cambia y brilla
cuando en él… el sol se enciende,
la noche que se hace clara
si la luna en ella espeja,
mi alma que transeúnte
se niega a volverse vieja.
No lo oyes, no los escuchas,
o ya no puedes cantar…
¡Te olvidaste de vivir,
ya no quieres más soñar!