Pidamos un niño ataviado de flores,
Hagamos un pacto en su silencio roto,
Para ver la fuerza de sus pupilas vivas
Sus labios plegados en perfección exquisita
Y su tenue sonrisa que todo lo abarca
Pidamos un niño que con su blancura
Azote las guerras y los rumores fatuos
Deshaga miserias y odios profanos.
Calmando la sed de los corazones pedantes y visitando el tugurio de las almas errantes
Pidamos un niño que nos engalane,
Posando su mano en nuestra cerviz ruda
Presionando en la fuerza de su ingenuidad
La pared ficticia de nuestro falso aliento
¡Pidámoslo ya, que apremia su arte!
Sus brazos abiertos, su cuerpo de sol
Su magia infinita que abrevia la fragua,
Y tritura el dolor…
Ven niño te necesitamos, juguemos por siempre,
Yo seré tu hermano…