Corrí en tus púrpuras venas
en torrente y oleajes
que entre difíciles viajes,
yo aterrice en tus arenas.
Son blancas
tus piernas,
maternas
y francas.
Son tiernos
tus pechos,
derechos,
eternos.
Caderas
que mueven,
se atreven
enteras.
Me guiaste cual marinera,
sin temor al desembarco,
la luz brillante en el arco
me iluminó a tu manera.