Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué;
aunque sentí al hacerlo que la vida
¡me arrancaba con él! (*)
Pero debía sacarme negra espina
que calcinaba con la virtud del dolor
teniéndome sediento de paz bendita
solo alcanzable mediante su adiós.
Del altar que le alcé en el alma mía,
la voluntad su imagen arrojó;
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó. (*)
Fue religión convertida en ironía
de amar lo que nunca tuvo mi poder;
esclavo de un sentimiento que debía
para bienestar olvidar lo que fué.
Gustavo A. Bécquer - Vito Angeli
(*) son versos del poema Rima XLVIII del poeta Gustavo Adolfo Bécquer.