- 1 - HOJAS LIBRES
¡Que alegría amada!
Los verdes pastos
enmarcando árboles.
Los besos sin nombre
bajo la sombra trotante.
Algún pie inquieto
al vientre del lago
evocando el camino del sol
cuando paseaba el azul entusiasmo
en las bocas de encanto.
Las hojas de la tarde se
bambolean sin dolores y
juegan con la luz que ilumina/
La cauca desciende más
su vertiente estandarte
y en tobogán desliza la gota del arte.
La luna advierte
estrenar una sonrisa
donde el cedro estira sus verdes
en un muelle ornado de flores/
Festival de colores viste el tulipán,
Felicidad carmesí de tus labios
a mis pies de merecidos honores/
Un arpa blanca de lámpara universal
a cada verso mío canta
con la pura voz del frutal.
La claridad se hace errante
y el próximo negro vuelve
con claridad fragante
tocando los pórticos con su dedo grueso/
Aquí amor entra el alma renovada
en la variada pared del bosque
donde danzan nuestras figuras de espejo/
Las piedras marcan el rumbo contemplante,
en la nocturna flor exprimiendo gotas
se bañan las corolas en cada raíz saliente
y el ave de Cupido picotea el fruto del diamante.
Aquí somos parte sustancial del ambiente.
Hojas libres rozándonos sin alambre/
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- 2 - LA CALLE DE LA NEBLINA
Es la avenida del silencio...
Solo las hojas cantan
en la ancha claridad del aire
donde el viento envuelve su propia voz/
La vastedad se hace espacio desnudo,
algún temblor vibra la grisina de una casa
y una enredadera como alga desesperada
aferra su cuerpo a los barrotes como un nudo/
Yo voy flotando en la tarde libre de horario.
Nada soy si no abandono...
Abandono de mano ajena que me ha abandonado
como el fijo destino que destierra los anhelos
pero aun mi boca de agua protesta en deletreo/
A los vuelcos. Tropiezos y giros
me animan los troncos espías memoriosos de besos/
Mimetizo mis pies de caracola herida
que a cada paso resuma música de alarido
y la acera me inclina su antiguo canto entonado/
Al fondo...
Ya nadie espera mi llegada..
Me hago del viento y el viento
es brisa fuerte siempre peregrina/
Sigo con mi apagada sombra sola conmigo
y los largos silencios van ahogando mi canto marino
en la tarde que aprieta
como desierto cinturón de madrugada/
Entre los fuertes árboles de la calle
me sostiene una paralela de dos brazos esforzados.
Por detrás y delante mío sigue constante
mi sombra compañera,
para mitigar el abandono de las voces
taconea cuando caigo a cada esquina/
A los flancos la deriva hace su espera
y la infinidad de la calle se hace gruesa avenida.
Va encerrando mi palidez de negra harina manoseada
sin que expulse su blanco puro amasijada/
Recuerdo mi antigua marcha en esta calle
cuando el sol brillaba sin jaula
y la luna esculpía sonrisa cristalina
antes de mis abandonadas manos tibias
que hoy lucen gélidas de herrumbre/
Perpetua condena de iguales días/
La calle es del viento y el viento no declina,
persigue mi atlas errante de soplada lumbre
apagado en fuertes brisas/
Riego de agua pesada al aceite de mis alas golondrinas/
Mis dos alas que no se amigan ni planas se enderezan
cuando mis húmedos pies transitan la niebla espesa/
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