Maldad, culebra reptante, sigilosa
y astuta, husmeas en el aire el calor
de tus víctimas. Furtiva y pertinaz,
te ocultas detrás de colores fascinantes
para no dar advertencias de tu ataque.
Mortal, fuego consume la carne hasta
la muerte haciéndola sangrar.
Maldad, lo mismo cautivas la soberbia
de Eva, la estupidez de Adán, muerdes
su calcañar. Áspid, basilisco, dragón antiguo.
Muerdes entretanto te llegan eternas
las cadenas del Abismo, que es tu lugar.
Mientras, con la lengua tejes un enjambre
de embustes y urdes estratagemas para
engañar. Añades pena y vergüenza al rostro,
repudio y vanidad. Provocas con la codicia,
incitas a robar, con ojos de lascivia excitas
por igual, al púber, que al vejete, al sacerdote
hereje, al sátiro, a la puta, al ínclito prohombre,
al cónyuge intachable, también a su mujer.
Maldad que semejante a las aguas del fétido
albañal, fluyes abundante de múltiples
confluentes, por cloacas, por desagües
bajo la gran ciudad. Arrastrando en tus
cauces inmunda mezcolanza, de oprobio,
y cruel intriga. De crímenes infames.
Blasfemia, apostasía, ultrajes y deshonra.
Adictos a la sangre, adictos a las drogas,
políticos corruptos, escorias de la vida,
amantes insolentes, y madres homicidas.
Y a saber cuántos me faltan en el recuento.
¿No sabe tu arrogancia, las aguas inmundas
a dónde van? ¿No entiendes tú que todas
se arrojan en el mar?¿Acaso es que ignoras,
que un día que DIOS sabe cuándo, tu fin llegará.
Tu torrente inmundo irá al mar, y el mar
no será más. Y tú Serpiente Antigua, Satanás
serpiente de maldad, al fuego arrojado
y nunca más tu nombre vendrá a la memoria,
del hombre y ya nunca más víctimas tendrás.