Ya tengo una sonrisa muerta en la cara.
Lo sé, todo cambia de repente, con nada.
Él se iba y yo le decía despacio a la melancolía
que su mirada aquel día no era mía.
Es que hasta mi piel le miró fijamente la boca:
rebota la verdad más afilada cuando sus labios se tocan
y con un loco soplo apenas - doblan
mis palabras.
Aquellas que como una estrella se te ponen
en los ángulos sin llave y te hieren la sangre
hasta su cauce.
Lo sé, trago tragedias que no existen,
es que la fantasía se enferma sola
muda, solitaria - se quema de nostalgia.
Y no estoy rara, ni triste, ni perdida.
Voy haciendo del tiempo mi partida,
y ahora no sé que hacer con esta tarde clara.