a mis más recientes lecciones
comprendí que fue error craso
ir a la Biblioteca con esas intenciones.
Escogí el más solitario de los rincones
donde pudiera fácilmente concentrarme
y no llegue ni siquiera a sentarme
cuando dos jóvenes sentadas en diagonal
comenzaron a ventilar sus pasiones
y de los besos que en ocasiones
le daba un tal Juvenal…
La otra en modo triunfal
contaba también sus vivencias
de una vez que en su residencia
estando su familia de viaje
y contó con lujos de detalles
paso a paso su experiencia;
Estaba a punto de perder la paciencia
al ver que no podía concentrarme
decidí entonces a ir a sentarme
al otro lado del salón,
para ver si repasando la lección
podía memorizar de alguna manera
algunos conceptos que el profesor diera
con algunos ejemplos de la clase.
pero entonces surgió un nuevo impasse
que me impidió lograr el cometido;
pues un hombre culto y muy leído
encima de su mesa ya tenía
algunos libros de poesía
y en afán de ser declamador
leía versos de lo mejor
como si no tuviera compañía…
bajaba el tono y luego lo subía
demostrando sus agallas;
Dios mío si este hombre no se calla
va a lograr que yo me vaya
Y más tranquilo vuelva otro día.
Entonces recogí lo que tenía:
mis apuntes en hojas sueltas;
me levanté y me di media vuelta
buscando la puerta de salida
y pude escuchar de despedida
parte de la declamación
“Desde Guachara al Cajón,
de Cazorla a Palo Santo,
no hay negra que baile tanto
como mi negra Asunción.”
Yo me sé esa versación
de la autoría de Aquiles Nazoa
y pude aprenderla toda
en mi época de adolescente.
Entonces me devolví muy sonriente
y le di al verso continuación:
“…Cuando empieza el galerón
y entra mi negra en pelea,
todo el mundo la rodea
como hormiguero a huesito.
¡Porque hay que ver lo bonito
que esa negra joropea!”
Y aunque usted no le crea
El hombre se molestó
Y me dijo el muy indiscreto
¿Tú te la das de poeta?
Recuerda que esto es una Biblioteca
Y debes estar en silencio.
*****