No recordarás mi nombre
aunque el golpe en el hombro
sea señal del tropiezo.
No tendrás de mí
una imagen
borrosa y pretenderás volver
en el tiempo sin lograr un bosquejo
de mi rostro, en los laberintos
de tu memoria.
Pasaré frente a ti
en medio de los agitados vientos
y no reconocerás mi sombra.
No te sorprenderá el espacio
vacío en las fotografías.
Por que soy
un fantasma, un espectro, una niebla.
O mejor, la fría imitación
de la mujer invisible.