Ayer amaneció luminoso. El sol desplegaba todo su esplendor en ese día que me pertenecía., porque yo ya lo consideraba mío. En esa jornada en que el calendario marcaba un año más de mi vida, todo indicaba que el cielo me ofrecía el precioso regalo de una primavera anticipada. Aún corre el mes de agosto, el mes de los vientos, los cuales en estos parajes olvidados del sur suelen desatar toda su furia sobre la tierra seca, mientras el polvo golpea los rostros de los pocos caminantes que se atreven a desafiarlo.
Ese día calmo y radiante, ese… mi día, parecía especial, alejado de todos esos desmanes de la naturaleza. Pero no todo era luz en mi alma. Una nube que adornaba el cielo me traía a la conciencia la imagen de esos seres tan queridos, aquellos que estuvieron en mi propio vientre, pero que hoy, pasado ya el tiempo, se encuentran lejos de aquí. Entonces me dije: “Bueno, así es la vida y así tiene que ser, ellos están haciendo lo que deben hacer.”
Pero sucedió que poco después de mediodía esas contadas nubes que surcaban el azul del cielo comenzaron a unirse, formando grises cúmulos. Y ya no era el mismo día radiante como prometía esa mañana luminosa, así que una gota de tristeza nubló mis ojos.
Entonces comencé a escuchar voces que emergían de esas nubes misteriosas y parecían repetir mi nombre. Pensé que una alucinación invadía mi mente, pero no era así. Ellas me traían los saludos y cariños de todos ellos, mis hijos y mis más queridos amigos, sólo que me llegaban a través de mensajes de textos y llamados telefónicos. También se acercaron a mi hogar los pocos amigos que tengo en este lugar y festejamos con dulces y bebidas en ese… mi día.
Más tarde emprendí la tarea cotidiana de encender este aparato electrónico y revisar el correo. Entonces comencé a leer saludos cariñosos y cálidos deseos de felicidad de parte de mis amigos poetas, muchos de ellos aún más distantes. Aunque casi no los conozco, sus pensamientos y sentimientos me llegan al corazón a través de sus coloridos poemas.
El día, ese… mi día, terminó de la mejor manera, acompañada por mi amor de siempre. Y hasta las nubes que habían cubierto el cielo se disiparon, dando lugar a una noche esplendorosa tapizada de estrellas.
Gracias a todos ustedes, amigos poetas, por darme tan cálida bienvenida a este foro, por sus comentarios, siempre presentes y por tomarse el tiempo de saludarme en mi día, a todos los que lo hicieron y también a todos los demás, por deleitarme con sus versos.
Agosto de 2009
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