A lomos de un corcel de crines blancas
suaves como nubes, cabalgo;
delante campos verdes acostados
esperándome llegar;
detrás el silencio y la mirada;
de paz y complacido uno,
de infinito amor, sin pedir regalada,
como única y sentida plegaria
vive la otra eterna y callada.
¡Galopa caballo, galopa!,
y en tu galopar invéntame el aire
del que dejarme acariciar;
que sienta tu fuerza, tu rabia,
que sienta tus ganas de volar;
¡galopa caballo, galopa!
no tenemos que esperar ni que parar,
solo seguir, solo sentir… solo vivir.
A lomos de un corcel de crines blancas
me dejé llevar;
y con ojos cerrados atravesé las montañas
abrazando los árboles del camino;
y volaban conmigo todas las fragancias,
y reían y bailaban los juncos a mi paso
mientras crines como nubes blancas acariciaba.
¡Galopa caballo, galopa!
no pares de galopar;
sé que te llamas ilusión,
se que existes y que me esperas,
cada día aquí, en mi corazón.
(jpellicer)