Era un canto de una voz lejana
que entonaba claras notas de amor;
y yo... por aquellos campos paseaba
con pasos lentos y miraba...
Rodeaban la azucenas con hermosura
y un rocío con brisas las bañaba.
Ese sonar del río era su complemento.
Y con un melódico pasar del viento
todo se acoplaba en armónica sinfonía;
Ahhh! - Que paisaje! que melodía!
que paz, que libertad y que contento.
Fue un temprano atardecer
que lentamente perseguía la noche,
la tarde me pareció larga y extendida,
con belleza, con alegría, con vida,
con esa calma y serenidad en su derroche.
Delicia de el frescor natural,
compañía de aire limpio y puro;
yo quería llevarte de mi mano
y te llamaba, impaciente, en vano;
ansiado de que compartieras, te lo juro.
Varias vueltas en ese paisaje di,
apurado y en desesperación de tenerte,
un jardín ideal donde pensé que la suerte
era mi mas grande mal... hasta que te vi.
Que latidos tan fuertes sentí;
y por segundos quedé congelado
por la emoción estuve así, pasmado
hasta reaccionar y empezaron los pasos
a acelerar llegando a correr
terminando por fin con el ansia de querer,
otra vez, estar entre tus brazos.
Caía la oscuridad con su crepúsculo radiante;
un digno protocolo para el anochecer
que ya anunciaba otro hermoso paisaje
con dos amantes listos para el ultraje
de la noche, del tiempo... dos amantes...
listos para el placer...
Alviz Neleb
Octubre 07 de 2011
8:40 a.m. - Viernes