Aun me duele que te hayas ido,
es más cómodo para mí pensar
que es el primer síntoma del olvido.
Quisiera pensar en otras cosas,
en las maravillas
que ese Dios grandioso
me ha dado,
pero sin estar
sigues a mi lado,
y a veces sí logro
en otras cosas pensar
pero te siento ahí
como un subpensamiento
como si fueras el cimiento
de todo mi sistema
y te juro, amor,
que eso en verdad me enferma.
Si te fuiste es por falta de amor,
no de mi parte, eso, es mas que obvio
pero mas aumenta mi agobio
porque sé donde estas
y tengo miedo que
en un momento de desesperación
se desboque mi pasión
y corra a buscarte
sin importar mas nada
dejando de lado la poca dignidad
que me ha quedado.
Mi orgullo ya esta flaco,
pues en ultimas fechas
le he exigido demasiado,
a veces lo uso de coraza,
pero de nada ya me sirve
si por tu partida
he perdido toda esperanza
y aun sigo, por inercia, quizá
colgando los ojos en la puerta
pretendiendo que sin mas
regreses a mi vera.
Soy la muñeca rota
que llora en el rincón,
marchita,
con el alma desdeñada
y el espíritu vacio
que muere de a poco
de dolor y hastío.