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Iba en busca de su compañía
como caminante que busca esa fuente
manantial de agua y brillo
y cuando iba le decía:
"abuela, te quiero mas que a mi vida
abuela, te veo guapa como siempre
abuela, te toco como el sol al camino
abuela, te beso y te quiero infinitamente
y aun así nunca te he querido
como te querré cuando mueras"
Porque decir "abuela"
es siempre un soplo cálido de cariño,
es lo mismo que desplegar
entre el azul del cielo y el azul del mar
el horizonte que se ve desde el Olimpo.
Decir "abuela"
es igual que respirar del color pardo del trigo,
es como levantar, al sol, con un leve suspiro,
es lo mismo que despertar
en el sueño de los cisnes.
Si digo "abuela" aparece
un arcoiris de la nada,
si él dice “abuela” parece
que el mundo canta y baila,
si tú lo dices parece
que la ternura se adueña
de la noche con candiles.
Al decir "abuela"
la sangre sostiene esa ternura imposible,
igual que la hierba sostiene
al viento que le da alegría,
ese unánime caudal de primavera,
ese flujo largo, esa corriente,
esa alucinación que fraguan las poesías
cuando lo son para siempre.
Si digo abuela
late el corazón del universo
y caen particulas de las estrellas.
Decir abuela
es como desterrar a los problemas
con un breve delirio de las hojas.
Pero hoy decir abuela
es un pozo de amargura, un angosto túnel de sombras.
Decir hoy abuela
roba el aire a los pulmones,
el verde de la hierba,
el brillo de la luna,
el azul de las estrellas.
Decirle abuela era
como desnudarte en sus manos
igual que la lombriz en las sombras.
Decir abuela era como una margarita
que nace dentro de la boca.
Decir abuela era crear de la penumbra
una llama esplendorosa.
Decir abuela era dibujar en las dunas
una playa y sus canoas.
Decir abuela era susurrar desde la luna
un destello entre las olas.
Decir abuela era suplicar por la ternura
de sus ojos, esas rosas.
Pero decir hoy abuela
es como tragar un puñado de uvas
con un extenso llanto en los ojos
rabiosamente hondos de llorar
esa humedad cortante y fría,
esas gotas de cristales rotos
que avanzan por las mejillas,
esas lagrimas de sal,
ese unánime caudal de dolor,
esa rabiosa maldición
que se impregna en las pupilas
como sedientas de paz
tiritando por amor.
Porque hoy es todo muy oscuro,
hoy cuelga de mi mundo un velo de alquitrán,
no hay cordillera mas extensa que mi herida,
ni desierto mas vacío que mi corazón,
no hay idea mas inalcanzable que la flor de la esperanza
ni grillete mas pesado que la desilusión
que somete a mi mirada.
Decir abuela hoy hiere sin compasión
la luz de mi garganta.
Decir abuela hoy
es un volcán que hace erupción
en los jardines de mi alma.
Yo que la daba por inmortal
e inagotablemente eterna,
por inalterable, como un niño a las estrellas.
Yo la creía, para siempre, mi invencible compañera,
mi amiga, mi magia, mi duende,
yo creía poder tenerla
a mi lado eternamente.
Yo la daba por sentado
sentada en su sillita
para volver cada sábado
a besar a mi abuelita.
Yo soñaba poder tenerla
a mi lado eternamente,
por eso hoy decir abuela
duele tan profundamente,
hoy que ya se ha marchado
de mi lado para siempre.
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" Nunca olvidaré cuanto me diste,
maravillosa Isabelín "