Mira la luz en esas copas
son como el agua
que falta para las algas en el cielo,
son al otro lado del mundo
el útero inmaduro hinchado interiormente de sueños.
Cuanto he visto
como a través de una vara de mercurio
como anzueleado en la garganta
por un tornado de respuestas
que hablan de la desesperación
muda e inconfesable
de personas que amoldan una fuerza
que les sirva para volarse la cabeza
de personas que se juegan la cordura a volverse la piel
de almas fundidas a una cadena de cosas
que envejecen al segundo...
Cultura de la tranquilidad
en la que nadie está bien
y en la que todos somos pasto
de una inquietud hundida bajo montañas de hojas
bajo castillos de nieve y médanos de azúcar.
Trópico ambiguo
de citadinas selvas
que las miradas sedientas
de niebla y de coral
empujan hacia el ocio y la embriaguez.
Carreteras frondosas
que ascienden hasta la copa lírica
de la nostalgia trasnochada.
Faldas vírgenes
descienden por los muslos de una naturaleza ardiente
poblada de bachacos arañas y serpientes.
Ríos matinales que llevan las canoas
destierro civilizado en dirección del desconocimiento
sostenido por aros de oro y cruces de bambú.
Cercos de petróleo y ánforas de coco
lianas de cedro, de maitín, de roble, de nogal y de eucalipto.
Escenas religiosas que nadie ve
chamanes que nadie toca
baño despojo bajo la cascada
signo vulgar silbido de indio resucitado
cuerpo de mestiza
injerto de manzana
pestaña suelta
espuma.