Andrés Mª

EL PASTORCILLO Y EL ÁRBOL - CUENTO -

Déjame que te cuente un cuento esta noche.


Erase un pastorcillo que vivía en un pueblecito pequeño. Cada día llevaba sus veinte ovejas a pastar a un cercano bosque de robles. Las ovejas eran felices pues tenía pastos abundantes y estaban protegidas del sol por las sombras de los robles. Un arroyo cantarín de aguas frescas y transparentes cruzaba el bosque de norte a sur.


El pastorcillo sentado en el verde suelo y apoyado en un árbol pensaba:

“¡Cuánto me gusta este bosque! Es… como una reunión de hombres callados, respetuosos, que me saludan con sus brazos al compás del viento suave que los mece. No discuten y se respetan y cada uno tiene su función. Y todos ellos sujetan el suelo y lo hacen fértil… y atraen la lluvia y mantienen sus aguas. Y ese árbol de ahí… es el más alto, el más fuerte. Seguro que es como el alcalde del bosque.”


El pastorcillo se levantó y se acercó al viejo roble. Se quedó mirándolo y le dijo:

-“Buenos días señor árbol”

-“Buenos días, pastorcillo.”

El pastorcillo se sorprendió por la respuesta y le dijo:

-“Pero ¿sabes hablar?”

-Tú sabes escuchar y por eso me oyes. Tu admiración es tan grande que  todos los días vienes a visitarnos y nos hablas. Hoy te respondo yo, porque me escuchas. Normalmente hablo el lenguaje del viento, de la brisa o del silencio. Por eso tú me oyes y me escuchas. ¡Ven, dame un abrazo!”


Se acercó el pastorcillo y se abrazó con fuerzas al tronco.

Una brisa suave, siseante, se extendió por todo el bosque. Y los robles agitaban suavemente sus ramas, aplaudiendo el abrazo.

El pastorcillo vibró de emoción y lloró de alegría. Aquel ser, con su piel arrugada y fuerte le había hablado y le quería…


Al atardecer, recogió las ovejas y se dirigió al pueblo cantando.

Su padre quería que fuera leñador, pero él se prometió que nunca sería tal cosa. Él quería ser guardabosques y dedicaría su vida a repoblar los montes pelados de vida, con más árboles para crear una nueva civilización más feliz…


Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Andrés Mª

 

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