Me emociono al escuchar los acordes
de una melodía,
leer los versos de una poesía,
contemplar el mar y sus rugientes olas,
y al atardecer, en el horizonte,
al rojizo sol que lentamente
se esconde para despuntar
el nuevo día.
Tocar tu cuerpo sabiendo
que eres mía.
Me enternece mirar al cielo
en una noche serena
perlada de estrellas,
la luz blanca y refulgente
que emite la luna llena.
Sentir el viento fresco de la mañana.
Mirar tus ojos; sentir que estás a mi lado
y muy quedo decirte:
siempre te he amado.
Saber que pronto, o no sé cuando,
me habré marchado, y dejaré de contemplar
las hermosas maravillas,
que fueron regalos de la vida
como lo has sido tú, amada mía.
Eduardo Angeles De Rivero. Todos los derechos reservados